Las víctimas declararon que las llevaron a un asentamiento en un patrullero.
Eran las 1:30 horas de ayer y María (nombre ficticio) sabía que su mejor amiga estaba triste porque se había separado de su novio. Por eso, decidió salir a caminar con ella por las calles del barrio Nuevo París.
Ambas jóvenes deambularon sin rumbo durante un rato. Cuando se dieron cuenta que se habían alejado demasiado de sus casas, emprendieron el regreso. Las chicas caminaban por la avenida Luis Batlle Berres.
Al llegar a la esquina de la calle Doctor Ferreira y Artigas, una camioneta JAC de la Policía se detuvo a su lado. Se trataba de una patrulla que tenía como misión recorrer la jurisdicción de la seccional 19°. Era una camioneta y allí se encontraban tres efectivos de la Guardia Republicana, según dijeron a El País fuentes del caso.
Los policías le preguntaron a las chicas dónde iban y una de ellas les dijo que se dirigían a sus hogares. Los agentes, según consta en la denuncia, se ofrecieron a llevarlas. Las jóvenes aceptaron porque estaban muy cansadas. La camioneta policial arrancó. En lugar de ir hacia los domicilios de las jóvenes, el móvil se dirigió -siempre según las denunciantes- a un asentamiento. Durante el trayecto, los policías se detuvieron en un comercio que está abierto toda la noche para comprar cerveza.
Según el relato, los uniformados consumieron alcohol y también las obligaron a ellas a beber durante el trayecto. Poco después, el móvil se detuvo en un baldío. María se bajó del patrullero. El policía que iba sentado junto a ella también descendió y trató de besarla. Ante la negativa de la joven, el uniformado la apretó contra la camioneta.
Dentro del vehículo, otro de los agentes comenzó a acariciar a su amiga. Ella intentó resistirse, pero fue violada, según lo denunciado. Poco después, los policías habrían obligado a las dos jóvenes a subir al patrullero y las habrían dejado en una zona desconocida del barrio.
María y su amiga caminaron unas cuadras hasta llegar una estación de servicio de Ancap. Allí narraron a un pistero lo ocurrido y este llamó a la Policía. Al llegar otros agentes, las jóvenes identificaron a los supuestos agresores. Las descripciones permitieron ubicarlos fácilmente. Uno de ellos llevaba brackets, otro era de baja estatura y el conductor de la camioneta lucía una camiseta con una calcomanía en el pecho.
Otro patrullero llevó a las víctimas al Hospital Pereira Rossell donde les hicieron estudios forenses.
La denuncia fue derivada a la fiscal especializada en Delitos Sexuales Mariana Alfaro. Esta ordenó a los policías de la Zona IV (Cerro, La Teja y barrios aledaños) la detención de los agentes denunciados, espirometrías, la obtención de la traza del recorrido hecho por el patrullero, peritajes al vehículo y un relevamiento de las cámaras de la zona. La fiscal también solicitó que buscaran el testimonio de la persona que atendía el comercio 24 horas donde los policías se habrían detenido a comprar cerveza.
Los resultados de espirometría de los tres policías dieron negativo y la encargada del comercio no reconoció que los policías hubieran comprado cerveza en la madrugada. Tampoco se encontraron cámaras en la zona de la supuesta violación. Consultada por El País, Alfaro dijo que se encontraba recabando información y que, por ello, no podía hablar del tema.